domingo, 4 de octubre de 2009

RITUAL DE MEDIANOCHE

Algunos cementerios se encuentran bajo el dominio de brujas. No hay peor destino para un muerto que ser enterrado en un lugar semejante.
Las brujas, que para serlo deben antes ofrecerse en cuerpo y alma a Satanás, quien las deforma –en cuerpo y alma- hasta los últimos límites de lo soportable, conocen, gracias a ese pacto con el demonio, todos los secretos del cementerio.
Así, ciertas noches específicamente elegidas, salen de sus cuevas en pequeños grupos autónomos de seis para estropear el descanso de los difuntos.
Poco antes de la medianoche, horario en que ya no quedan personas vivas en los cementerios y cuando aún los muertos no han salido a la intemperie, el comité de brujas desciende sobre el mosaico de sepulcros y se dispone a comenzar su ritual, el cual, si bien breve, debe ser efectuado en cada tumba individualmente.
No tiene realmente sentido especificar aquí el texto del ritual, ya que se pronuncia en el lenguaje intraducible de la isla de R’l-yeah. Las brujas, a ojos bien cerrados, se toman de las manos alrededor de la lápida elegida. Mientras entonan en perfecta disonancia el texto, abren sus piernas, se agachan un poco y orinan delimitando un círculo que, vaporoso, crea una cortina apenas perceptible que delimita la zona e impide el acceso de posibles intrusos al ritual.
Entonces clavan sus tridentes –porque el Diablo, al aceptarlas en su séquito, le obsequia uno a cada una- sobre el círculo de orín, salvo la Bruja Madre, quien lo clava en el centro de la tumba… y lo entierra bien, hasta el fondo –es un tridente de mango largo-, hasta que siente la carne muerta clavándose en los pinchos.
Y como quien ensarta un pez en el agua con un una estaca afilada, la Bruja Madre saca al muerto de la tierra. El pobre –porque las brujas siempre pescan machos-, aún inconsciente, queda tendido sobre el suelo a la espera involuntaria de lo que vendrá.
Las brujas proceden de igual manera con cinco tumbas más, y después de haber alineado los seis cuerpos uno junto al otro, pasan a la fase final del hechizo. Otra invocación irreproducible levanta los cuerpos del suelo y los pone de pie. Y adrede no digo “se ponen de pie”, porque ellos no controlan lo que hacen. De hecho, sería incorrecto decir que son conscientes de lo que les está pasando: se encuentran en ese estado intermedio entre el despertar del muerto y la nada que suele llamarse –inapropiadamente- zombitud.
Así es que, zombificados, marionetas muertas, títeres del Más Allá, o como quiera llamárseles, los seis muertos suben con las seis brujas a las seis escobas y parten hacia la cueva, donde las malvadas hechiceras los utilizan para engrosar sus batallones de muertos vivientes zombificados.
El plan de las brujas es formar un ejército lo suficientemente grande como para conquistar el mundo. Afortunadamente para esta generación, no es probable que eso pase en los próximos años. Salvo, claro, que hubiera más brujas que las que se supone… en cuyo caso, estaríamos perdidos.

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